Una ola que no debería deshacerse en el mar
Rodrigo Contrera
Mientras les escribo, una masa de cientos de personas ocupan la avenida Francisco Morato, aquí cerca, y caminan hacia la "prefeitura" (alcaldía) de M'Boi Mirim (intentan invadirla). Esta, creo, será la primera y última vez que Uds. leerán ese nombre. Así como nunca oirán hablar de Guarulhos, San Bernardo do Campo, Santo André y otras ciudades del entorno (por ahora, calmas). Demoré una hora para llegar a mis oficinas - y entiendan que vivo aquí cerca.
Ayer estuve en otras manifestaciones en la avenida central de San Pablo, la avenida Paulista. Intenté ver una película en un teatro de amigos, pero estaba todo parado. Uds. podrán preguntarme: pero, como periodista, Ud. no tiene la obligación de ir en las marchas? Les respondo que hoy en día lo que no falta son marchas. Ayer las marchas fueron en el centro de la ciudad. Intentaron invadir la "prefeitura". Quebraron el comercio. Se llevaron cientos de artículos. Hubo quién defendió las protestas pacíficas. No los llevaron en serio. Los periódicos dicen ahora que la policía demora en reaccionar.
En el periódico mas leído en Brasil, la Folha de S. Paulo, el columnista Antonio Prata proclama que la verdad es que nadie sabe lo que se pasa. A quién, como yo, intenta descubrir hacia adonde se va el mar, eso no ayuda mucho. Pero la verdad es que, metido en la manifestación, vemos poco e temo mucho. Temo que todo se transforme en otro fait-diver. En algo que no cuestione la política, como ella se hace por acá.
Periodistas, articulistas y pensadores salen a los periódicos defendiendo posturas diversas. Hay quién insiste en el poder de la democracia directa. Sí, como no, pero como aceptar que movimientos pacíficos terminen en quiebra-quiebra? Otros dicen que la biesta ha ocupado la calle. Eso no quiere decir nada.
?Y la política? Como les he dicho, la política parece que no manda mas nada. La foto principal del NYTimes es de las manifestaciones en San Pablo. Los europeos se despertaron y ya discuten lo que ocurre. Los políticos se reúnen, intentando entender y hacer algo, y no hacen nada. Otros políticos ignoran lo que se pasa. Todos, o casi todos, esperan que las manifestaciones paren o por lo menos que disminuyan. Pero nadie puede garantizarlo. La Folha, que ya he citado, dice que los brasileños descreen de la política. Eso no es novedad.
Pensemos un poco ahora.
La política siempre ha sido acompañada de lejos por el ideal de la democracia directa. En los 90, yo estudiaba lo que los estadunidenses discutían sobre comunitaristas, contratualistas, etc. Nadie inmaginaba que la democracia directa podría hacerse real. Acaso vemos, aquí en San Pablo, una demostración de democracia directa? Quizás no. Pero la verdad es que la política tradicional se ha quedado para trás. Como les dije antes, la historia no la hacen ahora los otros.
Pero y las instituciones? Ellas no están siendo cuestionadas, aquí. Lo que se insiste es en objetivos claros. La disminución de los pasajes de bus. La disminución de los lucros hacia las empresas de buses. Las prioridades en educación y salud. Pueden decir que esos son ideales muy vagos. Puede ser. Pero sólo quién - como yo - ha visto miles de personas cargando carteles con mensajes escritos a mano puede entender que esas voluntades hoy día tienen gran importancia en esta sociedad convulsionada por la política y por la violencia.
Eso nunca antes ocurrió por aquí. Antes de estos días, quien defendiera esas banderas era clasificado de idiota, ingenuo quizás.
Nadie más sabe lo que pasará en este país. Tenemos todos que volver a trabajar, claro. Pero diría que si por lo menos la voluntad de cambio se mantuviera encendida ya sería suficiente. Porque nunca nada ha mudado por acá - y se necesita que cambie. De verdad.
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